Mucho se dice en Chile y en otros contextos acerca de la necesidad de seguir los pasos de Finlandia, pero no siempre se desarrollan aquellos puntos que inciden en la buena calidad de la educación en dicho país. El reportaje español que aquí recomendamos logra dar cuenta en breves 30 minutos de algunos de los rasgos que muestran las grandes diferencias de este país con respecto a muchos contextos educativos actuales, incluso el de aquellos países que se definen como superpotencias.
Un punto que resulta evidente entre estas diferencias es la concepción de sociedad igualitaria y democrática que domina los diversos ámbitos de la sociedad finlandesa. La educación es solamente uno de los beneficios garantizados de forma gratuita para todos los ciudadanos. Con salud gratis, subsidios por hijo nacido, postnatal de años sin que ello implique perder un trabajo, entre otras cosas, da gusto pagar impuestos. En un contexto como este la prioridad de la educación pública no se cuestiona, pues se entiende que la igualdad de oportunidades debe tener como base educación de buena calidad PARA TODOS y no solamente para el que pueda pagar más. En base a esta lógica, se invierte de la misma manera en todas las escuelas, se cuenta con recursos e infraestructura similar en todas las áreas, todos los alumnos cuentan con recursos y alimentación gratuita en los establecimientos, sin que exista algún tipo de marginación o diferenciación social entre los alumnos.
Otro aspecto que resulta llamativo en comparación con muchos contextos en los que la competencia y la privatización parecen invadir el campo educativo es el énfasis de Finlandia en el gusto por aprender más que en la presión y la exigencia permanentes. No les urge que los estudiantes empiecen a leer antes de los 7 años ni los presionan con notas. Se trata de un sistema que no opera en base al control y la amenaza, sino que entiende la evaluación en función de la retroalimentación y el aprendizaje. Hay aquí una idea muy diferente acerca de los objetivos de la educación, en que se busca un sujeto integral, que desarrolle no solamente sus conocimientos matemáticos y sus habilidades de lenguaje, sino también su creatividad, sus capacidades de trabajo manual y doméstico, sin que ninguna de estas áreas sea considerada ‘menos importante’ o ‘inferior’ a las académicamente más valoradas en otras partes del mundo.
Finalmente, hay grandes diferencias en el ámbito de la profesión docente. Claro, hay medidas similares a las que se están adoptando en Chile en términos de la selección de estudiantes de pedagogía (aunque en Finlandia se toma en cuenta también la vocación), pero estas exigencias se equilibran con una serie de garantías que no existen en nuestro país. En primer lugar, ser profesor en Finlandia es altamente valorado como profesión (no como apostolado), siendo equivalente a cualquier profesión prestigiosa. El respeto por los docentes es muy alto, pues se sabe que es una carrera difícil y exigente, lo que genera otra distinción en relación con la calidad de la formación inicial en las universidades chilenas. A esto se agrega una gran diferencia en las condiciones laborales de los docentes, no solamente por el sueldo, sino también por el menor número de alumnos por sala, la presencia de ayudantes y profesores para reforzamiento, menor cantidad de horas en sala, dedicación exclusiva a su labor docente (no tienen que ser psicopedagogos u orientadores, porque hay personas para eso en la escuela), entre otros aspectos.
Como lo refleja el video, en Finlandia hay sin duda no solamente más inversión en educación, sino una inversión inteligente con una visión de sociedad a largo plazo. Los invitamos a ver este material que muestra de forma directa a cuántos años luz está Finlandia de la mayoría de los sistemas educativos.
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